El expresidente de la República, Danilo Medina Sánchez, ha decidido reaparecer en la palestra pública, con la clara intención de recobrar influencia política y mantener su cuota de poder.
Sin embargo, a juzgar por sus recientes declaraciones, erró en la estrategia comunicacional utilizada para lograr dicho propósito, pero lo más alarmante, fue la forma arrogante e insolente en que lo hizo. Pareciera que sufre de amnesia y pensó que, al igual que él, toda la población.
A menos, que esta salida del expresidente obedezca a otras razones que, hasta este momento, desconocemos. Quizás se trate de una estrategia encaminada a otros fines. De todas maneras, quien no olvida es la red de internet,” World Wide Web”, que se traduce al español como «Red Mundial de Información» o «Red Mundial de Computadoras».
Para la mala suerte de Danilo, allí están todas las declaraciones suyas, cuando era candidato a la presidencia por el Partido de la Liberación Dominicana (PLD). Esas declaraciones, que, de manera fundamental, se referían a la lucha contra la corrupción, le sirvieron para ganar la presidencia de la República.
Y me atrevo a asegurar, sin ser analista político ni mucho menos, que, en esa decisión del electorado, influyó en gran medida, el cansancio que manifestaba la población con el gobierno del expresidente Leonel Fernández.
Todo lo anterior viene a colación, por el anuncio que hiciera el Ministerio Público sobre el acuerdo judicial mediante el cual, el señor Maxy Montilla (cuñado de Danilo) y sus empresas, aceptaron su responsabilidad penal y acordaron pagar más de 3,000 millones de pesos, sí, así mismo, TRES MIL MILLONES DE PESOS, como parte de la resolución del caso de presunta corrupción.
Medina, al referirse a este acuerdo, alegó su desconocimiento sobre las acciones de sus familiares, y fue más lejos, al indicar que éstos no formaban parte su gobierno, como si a el señor Maxy Montilla, Alexis Medina o cualquier otro familiar suyo, les correspondiera ser supervisados, en tanto miembros de la sociedad, por el actual presidente de EE. UU. Donald Trump; Javier Miley, de Argentina, o cualquier otro gobernante.
Si algo caracteriza a nuestros gobernantes, es la condición de ser la persona mejor informada de la nación. Además, este es un país esencialmente presidencialista, en el que nada ocurre sin la autorización o el conocimiento del primer mandatario.
Decir el expresidente Medina, sin ningún tipo de sonrojo, que no se arrepiente de nada, que nadie puede señalarle, y que, de volver al poder, haría lo mismo, solo permite dos lecturas posibles: ha perdido todo contacto con la realidad, lo que le incapacita para reconocer la podredumbre que dejó su gestión; o, lo que resulta más preocupante aún, no siente el más mínimo respeto por la inteligencia del pueblo dominicano.
Que un expresidente hable así, sin el más mínimo indicio de arrepentimiento, es un insulto directo a la inteligencia del pueblo que lo eligió. Es un irrespeto, además, a su condición de presidente de uno de los partidos más importantes del país.
No es un secreto para nadie, perdón, al parecer lo fue para Danilo, que el solo hecho de ser su medio cuñado, le valió al señor Montilla para que sus empresas lograran un crecimiento extraordinario, durante los gobiernos de Danilo Medina.
Danilo pudo limitarse a recordar y a señalar sus logros, y es justo reconocer que los tuvo, pero prefirió revolcarse en un discurso absurdo, intentando evadir su responsabilidad por las acciones que se le imputan a sus familiares y a funcionarios de sus gobiernos, alegando no estar enterado de nada y aduciendo que fue al gobierno a servir, según él al país.
Es un acto de cobardía absoluta no asumir su responsabilidad. Todos recordamos y algunos hasta nos creímos aquella promesa de Danilo, el 16 de agosto del año 2012, cuando aseguró que su gobierno investigaría los actos de corrupción por el simple rumor público. “El primero en suscribir este Código seré yo, como muestra de mi firme compromiso con el pueblo dominicano”, manifestó en aquella ocasión.
En este país nadie asume su responsabilidad, ningún presidente, ningún funcionario renuncia cuando su dependencia se hunde en escándalos, y mucho menos se ven presidentes que sometan a la justicia a los ladrones de cuello blanco que nombraron. Y todos sabemos por qué: porque la corrupción en sus gobiernos no es un accidente, es un sistema.
Lo que el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) no parece entender, es que su salida del poder no se debió a una conspiración, ni a un accidente del destino. Fue consecuencia directa de la corrupción rampante y del secuestro institucional que montaron como maquinaria política. Y mientras no se sienten a hacer una investigación seria de sus errores, seguirán condenados a criticar al PRM por hacer exactamente lo mismo que ellos hicieron.
Danilo Medina reaparece con un discurso de soberbia, pretendiendo blindarse frente a la historia. Pero no hay palabras que tapen lo evidente: su gobierno, con luces que nadie niega, quedará marcado para siempre por el hedor de la corrupción que él permitió, toleró y que hoy defiende con garras, uñas y dientes.
Contrario a Ireneo Funes, este señor no recuerda nada…
¡Empezó como nadie y acabó como todos!
Por Daniel Rodríguez González