Chichigua, cometa o papalote

Una noche, mientras compartía con mi esposo frente a nuestra casa, vinieron tres chicos del barrio, muy sudados, uno de ellos, que por cierto es muy amigo mío, uniendo ambas manos en posición de súplica, me pidió que por favor le permitiera pasar al patio de nuestra casa, pues estaban totalmente convencidos de que en el mismo había una chichigua.

De los tres, el del color más oscuro, trataba de quedar de manera tal, que cuando yo abriera los portones, él fuera el primero en pasar. Los demás protestaron y le explicaron que, de continuar así, delante de mí, yo no podría abrir las puertas.

Sin ningún inconveniente, les acompañé a abrir una puerta y dos verjas de hierro, para que pudieran pasar al fondo del gran patio.

El morenito cogió la delantera, se subió en lo más alto de la pared mientras alguien, desde el otro patio, le voceaba que se bajara de allí, que eso era una propiedad privada. Desde luego, no consiguieron lo buscado.

Finalmente, ellos se dieron cuenta de que su tesoro, en realidad, estaba en un techo, a dos casas de distancia, justo después de la nuestra.

De inmediato, se fueron para el lugar de los hechos, hicieron hasta lo imposible, tratando de alcanzarla, mientras que otro chico, mucho más alto y fuerte, logró subir con suma facilidad al lugar donde estaba el objeto deseado, y con el menor esfuerzo, agarró la bella y grande chichigua, de color blanco.

Como he dicho en otras ocasiones, siempre se aprende algo nuevo, en esta ocasión aprendí que, lo que aquí conocemos como chichigua, también recibe el nombre de cometa y papalote, que no hay un inventor específico, debido a que su origen es incierto, pero se cree que las chichiguas, cometas o papalotes, nacieron en China.

A pesar de que, en República Dominicana, le llamamos chichigua, el término tiene diferentes significados en otros países, por ejemplo, en Colombia y Ecuador, se refiere a algo pequeño, mientras que, en Guatemala y México, es la hembra de un animal, en El Salvador, Nicaragua y México se refiere a la mujer que amamanta a un niño ajeno.

Para finalizar con lo acontecido aquella noche, los tres niños no pudieron ocultar su frustración, al ver que, después de tanto luchar, su anhelo cayó en manos de otro que no había hecho el menor esfuerzo.

Yo, en cambio, me sentí muy feliz con la experiencia vivida y el aprendizaje obtenido, y, además, lo acontecido, me hizo recordar un pequeño estribillo de la canción del increíble Silvio Rodríguez, que dice: “El papalote cae cae cae cae, se va a bolina la imaginación. Buena cuchilla la picó”.

Por Epifania de la Cruz (epifaniadelacruz@ gmail.com / www.renacerparatodos.net)

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