En la República Dominicana, hablar de salud mental dejó de ser un tema tabú para convertirse en una emergencia nacional. Cada día son más los ciudadanos que ingresan a centros psiquiátricos o requieren atención psicológica urgente, reflejo de una sociedad marcada por la violencia cotidiana, la falta de educación integral, la presión económica y el abandono institucional.
La realidad nacional muestra un panorama preocupante: riñas callejeras, feminicidios, delitos cometidos por jóvenes, violencia intrafamiliar y una creciente frustración social. Las enfermedades mentales como la depresión, la ansiedad y la esquizofrenia y otras, son trastornos que modifican el modo de pensar, de sentir y de actuar, lo cual tiene un impacto en la capacidad de una persona para desenvolverse en su vida cotidiana.
Especialistas advierten que vivimos en una “sociedad salvaje”, donde los problemas sociales acumulados se transforman en detonantes para que cientos de personas terminen como pacientes psiquiátricos o víctimas de adicciones.
De acuerdo con datos del Ministerio de Salud Pública y la Organización Panamericana de la Salud (OPS): Uno de cada 10 dominicanos padece algún trastorno mental diagnosticable. Más del 20% de la población joven entre 15 y 25 años presenta signos de depresión, ansiedad o consumo problemático de sustancias.
El país cuenta con menos de 100 psiquiatras en hospitales públicos, una cifra dramáticamente baja frente a la creciente demanda. Los suicidios han aumentado en los últimos cinco años, colocándose entre las principales causas de muerte en hombres jóvenes.
Los factores detonantes de esta problemática de salud mental, más visibles se destacan la falta de educación integral. Las escuelas que no forman en valores ni en manejo de emociones.
Las desigualdades sociales, donde muchas familias golpeadas por el desempleo y los bajos ingresos y un gran detonante la violencia estructural, en los hogares, calles y barrios convertidos en focos de inseguridad.
Y importante la deficiencia en el sistema de salud mental de la República Dominicana, donde existen hospitales sin programas preventivos ni acompañamiento comunitario, dirigidos a la atención de esta enfermedad.
Más allá del sufrimiento humano, los problemas de salud mental generan una carga pesada a la economía nacional: baja productividad laboral, incremento de gastos médicos, incapacidades permanentes y ruptura del tejido social.
Recomendaciones a las autoridades y que hacer
Las autoridades del gobierno central a través del ministerio de Salud Pública, debería Implementar una política nacional de salud mental preventiva, con psicólogos y trabajadores sociales en escuelas, barrios y hospitales, ampliando la red de atención primaria, garantizando acceso gratuito a servicios de terapia y medicamentos.
Desarrollar una campañas educativas masivas sobre manejo de emociones, violencia intrafamiliar y prevención de adicciones, con una formación docente y comunitaria para detectar a tiempo casos de depresión, ansiedad y conductas violentas. Esto conlleva una inversión en recreación y cultura, como válvula de escape frente al ocio improductivo y la afición.
Un llamado urgente de atención
El país necesita pasar del discurso a la acción. La sociedad dominicana no puede continuar indiferente frente a un problema que ya afecta la convivencia, la seguridad y el futuro de las nuevas generaciones. Como advierten los especialistas, la salud mental no es un lujo, sino una condición indispensable para el desarrollo humano y la paz social.
Por Luis Ramón López