En el corazón de la Cordillera Central, rodeada de un manto verde que la convierte en oasis natural y madre de las aguas del Cibao, se levanta Loma Miranda, símbolo de lucha social, ambiental y política.
Hoy, vuelve a colocarse en el centro del debate nacional, ante las intenciones de Falconbridge Dominicana (Falcondo) de reactivar su explotación minera.
Lo que para la minera significa desarrollo económico y generación de empleos, para miles de comunitarios, ambientalistas, académicos y organizaciones sociales representa una amenaza de muerte, pues consideran que intervenir el ecosistema sería condenar a la región al colapso ambiental.
Ubicada entre las provincias La Vega y Monseñor Nouel, Loma Miranda es reconocida por expertos como un «pulmón verde» que regula el clima, produce oxígeno y almacena gran cantidad de agua dulce que alimenta importantes ríos y acuíferos.
Estudios de la Academia de Ciencias de la República Dominicana, sostienen que la zona funciona como una verdadera “fábrica de agua” para el Cibao. Además, su biodiversidad incluye especies endémicas de flora y fauna que desaparecerían con una explotación intensiva.
15 ríos y afluentes nacen o reciben agua de Loma Miranda, entre ellos el Yuna, Jagüey y Camú. La Academia de Ciencias calcula que Miranda produce más de 70 millones de galones de agua diarios, vitales para el Cibao, su biodiversidad incluye más de 80 especies de flora y fauna endémica y dato clave, este pulmón de Loma Miranda, aporta agua al 40 % de la producción arrocera y ganadera del Cibao.
Impacto ambiental
Su impacto ambiental se traduce en la reducción de agua, hasta un 30 % menos en ríos cercanos, en la pérdida de suelos fértiles de 12,000 tareas en riesgo, la deforestación directa de unos 10 kilómetros cuadrados y los conflictos sociales que generaría donde existen más de 30 organizaciones comunitarias en resistencia activa.
La empresa Falconbridge Dominicana, subsidiaria de la multinacional Xstrata Nickel, ha reiterado su interés en extraer ferroníquel de Loma Miranda. Argumentan que el proyecto se desarrollaría bajo estándares de “minería responsable” y generaría más de 2,000 empleos directos e indirectos en la zona.
Sin embargo, los críticos aseguran que la experiencia de otras explotaciones en el país, como la de Loma Ortega y otras áreas mineras del Cibao, ha dejado suelos degradados, ríos contaminados y comunidades empobrecidas.
Desde hace más de una década, Loma Miranda, ha sido epicentro de protestas, vigilias y cadenas humanas. Los opositores, encabezados por líderes comunitarios, estudiantes y religiosos, han advertido que “si explotan a Miranda, será una tumba de hombres y mujeres”, en clara señal de que están dispuestos a dar la batalla en las calles y en los tribunales.
“Miranda no se vende, se defiende”, gritan en pancartas, mientras llaman al Congreso a aprobar una ley que la declare Parque Nacional.
Incluso, la Iglesia Católica, a través de la Conferencia del Episcopado, ha pedido al Estado detener cualquier concesión, alegando que el bien común y la preservación de la vida deben estar por encima del beneficio económico.
El tema ha traspasado la esfera ambiental para convertirse en un conflicto político nacional. En 2014, el Congreso Nacional aprobó una ley que declaraba a Loma Miranda Parque Nacional, pero fue observada por el entonces presidente Danilo Medina, argumentando inconstitucionalidad.
El Tribunal Constitucional, mediante sentencia, se pronunció contra esa declaratoria. Hoy, la controversia sigue viva y coloca al actual gobierno frente a la presión de inversionistas extranjeros y, a la vez, frente al reclamo de miles de dominicanos que consideran a Miranda un bien común innegociable.
Consecuencias de su explotación
De concretarse la explotación de Loma Miranda, expertos advierten, que se producirá una reducción significativa de fuentes de agua que alimentan al río Jagüey, Yuna y otros afluentes.
También el riesgo de desertificación y pérdida de suelos fértiles en gran parte del Cibao y los conflictos sociales y protestas permanentes en la región.
En cambio, defensores de la minería sostienen que, con planes de remediación ambiental y responsabilidad social corporativa, el proyecto podría equilibrar explotación y conservación.
Loma Miranda, es hoy un espejo de la disyuntiva dominicana: ¿apostar al crecimiento económico inmediato o preservar la naturaleza para las generaciones futuras?
Mientras tanto, en la falda de la montaña, los comunitarios siguen en vigilia, repitiendo la misma advertencia: “El día que quieran tocar a Loma Miranda, sabrán que aquí hay un pueblo dispuesto a defenderla hasta con la vida”.
Por Luis Ramón López