Han pasado ya varios días desde que mi marido y yo realizáramos una visita a nuestro excelente oftalmólogo. Hacía algún tiempo que no lo veíamos, a pesar de que ambos tenemos cirugía de implante de lentes intraoculares.
Antes de pasar a su consultorio, fuimos atendidos por una joven sumamente profesional, quien auscultó nuestros ojos. Utilizó varias técnicas para medir la visión ocular, en ambos casos, todo parecía marchar bien.
Al pasar al consultorio de nuestro querido oftalmólogo, él, con su amabilidad de siempre, logró que aquella consulta se sintiera como un amable conversatorio entre amigos.
Como es de su conocimiento que yo escribo, que tengo un blog y que publico artículos en un periódico digital, hizo que le comentara sobre de todos esos proyectos en los cuales estoy inmersa.
Cuando me preguntó cuál era el motivo de la visita, yo, pensando que me la estaba comiendo, le dije que, en ocasiones, percibo como si me pasara una sombra por el ojo derecho. El, con toda la profesionalidad y paciencia del mundo, me señaló tres causas por las cuales se produce esta sensación, las cuales no recuerdo ahora. Pero lo que nos causó risa, fue cuando dijo textualmente, que eso se debía a la cantidad de juventud acumulada, es decir, una forma muy jocosa de hacernos entender, que los años pasan, pesan, pisan y se posan.
Él estaba tan extasiado con nuestra visita, que hablamos incluso de cómo mi marido y yo nos conocimos.
Se mostraba tan relajado y feliz, que, de manera sutil, mi marido buscó la forma de que nos despidiéramos, pues sabemos que su tiempo es muy limitado. Pero, realmente, él parecía no tener prisa.
¡Excelente consulta, incomparable médico!
Por Epifania de la Cruz (epifaniadelacruz@ gmail.com / www.renacerparatodos.net)