Santo Domingo.- Con profundo pesar, el mundo de la música despide a uno de sus más grandes exponentes del merengue, Diómedes Núñez, nativo de Mao, Valverde, quien falleció hoy tras una larga lucha contra complicaciones de salud, incluyendo una condición cancerosa que lo mantenía en tratamiento de diálisis dos veces por semana.
Diómedes Núñez, líder del Grupo Mío, logró crear una conexión única con el público, llevando el merengue a nuevos niveles de popularidad con temas contagiosos que se convirtieron en himnos de fiesta y alegría.
Entre sus éxitos más recordados se encuentran, “Esto es pa’ hombre”, “Aguilucho”, “Balsié”, “La cerveza”, “Ella ta’ ahí” y otros merengues. Estas canciones no solo consolidaron su carrera, sino que también lo posicionaron como uno de los merengueros más destacados de su generación, dejando una huella imborrable en la historia de la música dominicana.
El artista, quien el 19 de marzo de 2024, confesó ser “un milagro de Dios” tras superar una serie de problemas de salud, siempre mantuvo una actitud positiva y luchadora.
Durante los años dorados del merengue, Diómedes Núñez prestó su voz y talento a grandes orquestas como Ramón Orlando y la Orquesta Internacional y Dionis Fernández y el Equipo, convirtiéndose en un referente del género.
A pesar de las adversidades, Núñez nunca perdió su pasión por la música y su compromiso con el público que lo admiró durante décadas. Su resiliencia y fe fueron un ejemplo para todos quienes lo conocieron.
La noticia de su fallecimiento fue confirmada por su amigo cercano, Bebeto Bernabé, quien compartió el dolor de la familia y el mundo artístico ante esta irreparable pérdida. Bernabé recordó a Diómedes como un hombre de gran corazón, talento inigualable y una sonrisa que iluminaba cualquier escenario.
La partida de Diómedes Núñez, deja un vacío en el merengue y en la cultura dominicana. Su música, su energía y su legado seguirán viviendo en cada una de sus canciones, que han sido y serán parte fundamental de las fiestas y celebraciones del pueblo dominicano.
Por Luis Ramón López