Para construir un gran edificio se requiere de una buena zapata

Un buen ingeniero o maestro constructor, para que su buena fama corra y sea reconocida, debe ejecutar sus obras asignadas con todas las de la Ley, lógicamente, desde el inicio con una zapata acorde a la edificación a erigir y así evitar que cualquier movimiento telúrico o aguas embravecidas del desborde de un rio cualquiera, arruine su obra. Este preámbulo lo realizamos para tratar de presentar de una manera clara lo que viene aconteciendo con el gobierno dominicano que se instaló hace 7 meses y unos cuantos días. 

Debemos señalar que históricamente ningún gobernante dominicano había supeditado sus intereses particulares a los sagrados intereses de la nación; pensar primero en lo que le conviene al país por encima de lo que pueda favorecer mediante el funesto mecanismo del populismo a las organizaciones políticas que le respaldan, por lo que se puede calificar como un caso sui géneris que no es fruto de la casualidad de la vida o de la denominada chepa del destino, es asunto de formación, de criterio claro, de establecer el cambio en la República Dominicana.

Nuestro país estaba acostumbrado a un modelo clientelista a ejecutar en los traspasos de gobiernos de un partido a otro de modo tal que cuando los acólitos de una organización gobernante ya sabían lo que le esperaba cuando perdían y los que ganaban se confeccionaban su traje blanco para buscar su nombramiento vía decreto o cualquier otro método que le garantizara su inserción en el tren gubernamental. Eso varió profundamente. La pandemia, la crisis profunda heredada y la nueva metodología del Cambio le han dado un giro muy notorio a la forma de gobernar el país dominicano.  

La fórmula del cambio causa inquietud en algunos sectores, tanto a lo interno como a lo externo del PRM y aliados, inquietud esa que la han querido usar algunos carentes de la prudencia y comedimiento que demanda la situación vigente, para autoproclamarse como los salvadores de las bases y de paso querer colarse en los procesos internos que generarán posibles cambios en las estructuras partidarias de las diferentes organizaciones política, acción esta que indica la ley que regula la existencia de ellas.  

Pero a todo eso, los dominicanos debemos reafirmar ese voto de confianza depositado en las urnas el pasado 5 de julio de 2020 a favor del hoy presidente constitucional de todos los dominicanos, Luis Rodolfo Abinader Corona y su vicepresidenta Raquel Peña de Antuña. Decimos reafirmar por los logros significativos y demostrables que viene obteniéndose a favor de todos los sectores que cohabitan en esta tres cuarta parte de isla y por la valentía de enfrentar con éxitos la pandemia del coronavirus y la devastación de los sucesivos huracanes morados.

Creemos firmemente que el pueblo entenderá el propósito de Luis Abinader y todo su equipo que le acompaña para dotar a la nación de una nueva forma de gobernar que sentará las bases de una nueva república, de un nuevo orden nacional y el inicio indetenible hacia el desarrollo que merecemos por lo que tenemos y que han mal utilizado.

Lamentable que algunos que vienen imponiéndose ceguera y sordera mental; que su dolor profundo por el cierre del grifo corrupto del derroche y freno del uso indebido de los recursos del Estado quieran confundir a la población, olvidando que la gente quiere y tiene fe en que por fin llegó un gobierno para el pueblo.

Es por eso que concluyo, en esta ocasión, vaticinando que como fruto de una excelente zapata que se está construyendo, el gobierno del Cambio, el gobierno escogió la gran mayoría de los dominicanos, edificará la obra nacional con una estructura democrática, participativa e incluyente para disfrute de todos. No nos desesperemos. El ingeniero presidente y sus obreros funcionarios saben lo que están construyendo con materiales de calidad requeridos y trabajando horas extras para lograrlo.

Aprobado…

Por Luis Aníbal Medrano S.
*El autor es político, periodista y municipalista radicado en Nueva York.

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