Estados unidos y su liderazgo actual, encabezado por Donald Trump, se encuentran en un momento de desesperación, no sólo por su escasa reserva de petróleo, sino también por el hecho inédito de ser sustituido por el eje económico oriental, conformado por China, Rusia y la India.
Como todo imperio, los norteamericanos se han atribuido el uso monopólico de la fuerza, Este uso excesivo del poder, sobre todo militar, históricamente ha sido la causa principal y decisiva de la caída en occidente de otras potencias, desde la caída del imperio romano.
No quieren reconocer la deuda histórica que tienen con tantos países en el mundo, sobre todo en Latinoamérica, continúan odiando y promoviendo el odio, no quieren entender ni aceptar que, la forma de las personas ver y conocer la realidad hoy, no es la misma de hace tres o cuatro décadas.
Latinoamérica no quiere ir a la guerra, a pesar de todas las provocaciones de que es objeto, Latinoamérica no quiere derramar la sangre de sus hijos, de sus jóvenes, de sus niños y niñas, Latinoamérica lo único que quiere y valora es el dialogo y las negociaciones sobre bases justas e igualitarias que garanticen progreso y paz para todos.
Así lo han expresado todos los mandatarios de los países que, en la actualidad, son objeto de presiones y amenazas por parte del gobierno estadounidense encabezado por Donald Trump. El terror y la desconfianza deben dejar de ser impuesto por conveniencia o ambición.
Al día de hoy, muchos países latinoamericanos se encuentran más hermanados que nunca, tal es el caso de Cuba y México, de México y Brasil, de Colombia y Venezuela, de Venezuela y nicaragua, de Chile y Cuba,
El fantasma de la inseguridad y la violencia tienen que ser desterrado de las relaciones entre naciones. Ahora es insostenible el engaño, el mundo le pertenece a la verdad. La verdad es sinónimo de justicia y la justicia equivale a equidad.
El sistema capitalista salvaje, concebido y promovido por Estados Unidos, ha demostrado en muchas ocasiones estar en contra de la humanidad y de la vida. Las expropiaciones de recursos a otros países a través de las guerras, en los inicios del capitalismo, ya no es posible en la actualidad.
América Latina aspira a sociedades donde lo principal a tomar en cuenta sea el ser humano, sueña con su autodeterminación y libertad. Esa es una constante y siempre lo será.” Hay que rescatar esos valores y principios éticos y cristianos al precio de cualquier sacrificio y no existirá fuerza alguna capaz de aplastar estas ideas de verdad, igualdad y justicia” (F.C.R).
El “ladrón” acecha de noche, quiere quitar a América lo que aún le queda y no podrá, no quiere aceptar que, en la actualidad, ya no es posible robar lo que no es suyo sin que su dueño se entere y reclame. Eso fue cosa del pasado.
En Latinoamérica, nadie quiere que se replique y pase las desgracias e injusticias acontecidas en Irak, antes en Vietnam y después en Siria y Palestina, pero si la agresión sucede, si la locura y la violencia prevalecen, no hay que acobardarse, hay muchos” ejemplos” a seguir, el monstruo no podrá con una Latinoamérica unida.
Será hora entonces de levantar el “recinto”, trenzar las banderas para salvar a la vida que quede. Puede que, en el caso de Latinoamérica, la hora de los hornos haya llegado. Será necesario derramar sangre de sus mejores hombres y mujeres, para que nuestros nietos puedan vivir en libertad y justicia.
Por Ebert Gómez Guillermo