Envejecer juntos…maravilloso, pero difícil

Es harto conocido por todos los que me conocen, lo cursi que puedo ser en algunas ocasiones. Es increíble cómo el paso de los años no ha logrado envejecer a mi niña interior.

Esto, obviamente, dado mi temperamento, no me avergüenza, por el contrario, siento que soy muy afortunada y bendecida.

El hombre que ha compartido con este “paquete todo incluido”, tiene medio siglo a mi lado.

Como todo ser humano, es único e irrepetible, su temperamento y el mío son como el agua y el aceite, por ejemplo: por lo que yo brinco y salto, como el personaje de “Sofía globitos”, él se queda muy quieto y sereno, en ocasiones, con una expresión como si dijera: ¿Y está loca de dónde salió?

Como digo a diario, nos “embochamos”, pero por encima de todo, aún con el paso de los años, nos amamos y nos respetamos, aunque en ocasiones, con el corazón en las manos, les juro que quisiera fusilarlo. Estoy segura de que él a mí también.

Es increíble cómo, en algunas ocasiones, después de comérmelo “ripiao”, y jurar que voy a dejar de hablarle, a solo algunos minutos, cuando me dirige la palabra, todo mal momento se me ha ido de mi mente, y le doy su besito sincero y cariñoso.

De todas las cosas que admiro en él, la primera, son los principios morales y éticos que posee, los cuales se afianzan conforme pasan los años. Es lo que se puede afirmar, un hombre serio en todo el sentido de la palabra, y por el cual meto ambas manos en candela.

Esto que escribo, no significa que piense que me voy a morir, simplemente que quisiera vivir muchos años más, pero siempre a su lado, es mi viejo cascarrabias.

 Finalmente, no podemos pretender cambiar, porque no lo haremos. ¡Estamos hechos a la medida!

Por Epifania de la Cruz (epifaniadelacruz@ gmail.com / www.renacerparatodos.net)

*La autora es psicóloga clínica

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