Crisis, incertidumbre y pobreza

La economía mundial pasa por momentos de gran incertidumbre y una permanente preocupación de las naciones frente a un futuro económico incierto y el temor de una recesión económica mundial, que provoque una gran inestabilidad política que ponga en peligro la gobernabilidad y la paz social, lo que es un reto para enfrentar la reducción de la pobreza, la desigualdad y la dinámica inflacionaria.

La desaceleración de la economía mundial es una realidad alimentada por el Covid-19 y por el conflicto militar entre Ucrania y Rusia, lo que está conduciendo a un complejo escenario, con crecientes tensiones geopolíticas, una menor disponibilidad de alimentos, un incremento de las presiones inflacionarias, fuerte caída de los ingresos familiares y un aumento de las tasas de desempleo.

Esta grave situación de la economía mundial se evidencia en el informe sobre Perspectivas económicas mundiales, titulado ‘’Un panorama sombrío y más incierto” elaborado en julio del 2022, por el Banco Mundial, donde se prevé que el crecimiento mundial descienda del 5.7% en 2021 a 2.9 en 2022, ”lo que podría convertirse en un período prolongado de escaso crecimiento y elevada inflación”.

Cuando se piensa en el futuro de la economía mundial. La inflación, las altas tasas de interés, el impacto de la guerra en Ucrania, el aumento en los precios de la energía, las fluctuaciones en los precios del petróleo, la especulación y los diferentes desafíos a nivel social, nos dicen que fuertes nubarrones amenazan a las naciones fundamentalmente a sus sectores más vulnerables.

En América Latina, según el último informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), se proyecta un crecimiento para 2022 de 2,7% promedio, en un contexto de fuertes restricciones macroeconómicas que están golpeando a la región. A lo que se suman las fuertes presiones inflacionarias, el bajo dinamismo de la creación de empleo, caídas de la inversión y crecientes demandas sociales.

Mario Cimoli, secretario ejecutivo interino de la CEPAL, en una conferencia de prensa en Santiago de Chile dijo que, “una secuencia de crisis ha llevado a un escenario de bajo crecimiento y aceleración inflacionaria de la economía global, lo que, junto a la menor expansión del comercio, la apreciación del dólar y el endurecimiento de las condiciones financieras globales, afectarán en forma negativa a la región”.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT), en un reciente informe sobre Tendencias Mundiales del Empleo Juvenil 2022 ofrece una radiografía de la situación crítica del empleo juvenil a nivel mundial, señalando que, “los jóvenes de 15 a 24 años son los que tienen más problemas para conseguir empleos de calidad y su tasa de desempleo es mayor respecto a los otros grupos en edad de trabajar”.

Las estimaciones apuntan a que el desempleo juvenil mundial alcance los 73 millones en 2022, la situación mundial es como sigue, África, la tasa de desempleo juvenil es de 12,7%, en los estados árabes 24.8%, en Europa y Asia Central 16.4%, en Asia Pacífico 14,9%, en América Latina 20,5%. El promedio anual de desempleo juvenil es de 14.9%, siendo las mujeres jóvenes las que enfrentan la peor situación.

Las perspectivas de la economía no son nada buenas, mientras el aumento de precios y la inflación sigue reduciendo el nivel de vida en todo el mundo y aumentando la pérdida de poder adquisitivo de los hogares más vulnerables, lo que está produciendo un grave retraso en la recuperación económica y un gran riesgo que puede conducir a una situación de estanflación en la economía global.

La economía tiene una gran relación con la política, su combinación aporta una visión más amplia sobre el manejo económico de un país, Juan Bosch la consideraba como la actividad que más influye en la política y la actividad más importante del hombre, el maestro afirmaba que, “si la economía marcha bien, marcha bien la política, pero si marcha mal, marcha mal la política’’.

Estamos frente a una dura realidad que afecta a una gran parte del mundo, pero de manera especial a los pueblos pobres, dentro de los cuales está la República Dominicana en los cuales aumentará la pobreza, la pobreza extrema, la inseguridad alimentaria, la falta de oportunidades y el desempleo, lo que hará más difícil el enfrentamiento de esta complicada coyuntura.

La crisis económica es muy seria, por lo que no es hora para que el gobierno presente datos alegres sobre la economía nacional y su buen manejo, sino para que se prepare para enfrentar una crisis que los sectores más vulnerables de la población no pueden seguir soportando, tomando medidas que favorezcan a los más pobres, para mitigar los impactos negativos de esta nueva crisis.

Las crisis deben verse como oportunidades, por lo que se necesita, que se gobierne a favor de los dominicanos, es el momento de que los líderes se crezcan poniendo en marcha planes de acción responsables, que merezcan la confianza y apoyo de la población, lo que es clave para superar las crecientes dificultades económicas que padecen las mayorías de los dominicanos.

Por Luis Fernández

*El autor es político y comunicador

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