“Sigo a Dios, no al hombre”: Denzel Washington prioriza su fe sobre la fama

Santo Domingo, RD. – El actor Denzel Washington, ganador de dos premios Oscar y una de las figuras más influyentes de Hollywood, aseguró que su fe en Dios está por encima de la fama, los reconocimientos o la aprobación pública.

Durante una entrevista con Complex News, en la que conversaba junto al director Spike Lee sobre su nueva película “Highest 2 Lowest”, Washington fue cuestionado sobre la llamada “cultura de la cancelación”.

Su respuesta fue tajante: “¿Qué significa eso, ser cancelado? ¿Perder apoyo? ¿Y por qué eso debería ser importante? Yo sigo al Espíritu Santo. Yo sigo a Dios, no sigo al hombre”.

El actor de 70 años, recientemente ordenado como ministro, reiteró que no busca agradar a las multitudes ni perseguir popularidad.

“No me interesa quién sigue a quién. No puedes liderar y seguir al mismo tiempo. Mi fe está en Dios; tengo esperanza en el hombre, pero solo en Dios confío”, afirmó el intérprete, hijo de un ministro pentecostal.

Respecto a los premios y reconocimientos que ha recibido en su trayectoria —incluidos sus dos Oscar—, Washington fue categórico: “No lo hago por los Oscar. Realmente no me interesan esas cosas. El hombre da el premio. Dios da la recompensa. En mi último día, nada de eso me servirá”.

Con 10 nominaciones al Oscar a lo largo de su carrera y una filmografía marcada por papeles memorables, Washington dejó claro que su propósito trasciende el cine y los premios.

Highest 2 Lowest: regreso junto a Spike Lee

Washington se encuentra en plena promoción de “Highest 2 Lowest”, filme en el que vuelve a trabajar con Spike Lee después de casi dos décadas.

La última vez que ambos coincidieron fue en Inside Man (2006), pero su colaboración se remonta a clásicos como Malcolm X (1992), Mo’ Better Blues (1990) y He Got Game (1998).

La nueva cinta es una reinterpretación de High and Low (1963), del cineasta japonés Akira Kurosawa, ambientada ahora en Nueva York y con un trasfondo que aborda problemáticas contemporáneas como las redes sociales y la cultura de la cancelación.

Por Roberto Tiburcio

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