Realmente, admito tener cierta obsesión con las faltas ortográficas, pues, no entiendo cómo una persona egresada de una universidad de prestigio, en ocasiones con postgrado y maestría, es capaz de escribir ciertas palabras, como si las escribiera un niño pequeño en edad de alfabetización.
Gracias a Dios, me tranquiliza, para no caer muerta del corazón, que las veces que he hablado con mis nietos por WhatsApp, no he encontrado faltas ortográficas.
Pienso que, desde que el niño comienza su alfabetización, debe iniciar conjuntamente el aprendizaje de la buena escritura. Pero para esto, es preciso que quien esté haciendo las veces de educador, reúna las competencias necesarias para que este inicio rinda los frutos esperados.
En los años en que inicié mi alfabetización, siendo hija de una humilde lavandera, a quien nunca vi escribiendo (lo que me hace pensar que era iletrada), para las personas de escasos recursos no existían, como existen ahora, los maternales.
Pero sí recuerdo, con memoria fotográfica, a la profesora Norma, cuya misión consistía en alfabetizar a los pequeños, tuve la suerte de ser uno de esos niños a los que ella enseño a leer y a escribir.
Vivía frente a una tía, donde mi madre me dejaba cuando se iba a trabajar. Realmente, no recuerdo que edad yo tenía, cuando empecé con ella, ni cuando estuve apta para que me recibieran en la escuela, pero esa era una verdadera maestra, no recuerdo su rostro, ni el método que utilizaba, pero jugó un papel increíble en mi alfabetización.
Me irrita sobremanera cuando alguien, que en ocasiones hace ostentación de sus especialidades académicas, comete faltas increíbles al escribir en Word o a través de la plataforma de WhatsApp, dos herramientas que, incluso, traen correcciones automáticas que te muestran la forma correcta en que deben ser escritas las palabras.
Ciertamente, este tema es muy difícil, pues, a los niños, con tanta tecnología, no se les está inculcando el hábito de la lectura. En los adultos, una vez que han llegado a determinada edad, con estas dificultades, pues se hace mucho más difícil que puedan superarlas.
Para ellos, como se dice popularmente: puede ser “muy tarde pa´ablandá habichuela”.
Por Epifania de la Cruz (epifaniadelacruz@ gmail.com / www.renacerparatodos.net)