¿Por qué no baja la gasolina en República Dominicana?

Mientras el precio del petróleo en los mercados internacionales cae de manera significativa, en República Dominicana, los precios de la gasolina, el gasoil y el GLP siguen inmóviles. ¿Por qué? ¿Quién se beneficia? ¿Y por qué el pueblo no siente el alivio en sus bolsillos?

Desde hace semanas, los principales indicadores internacionales del crudo, el Brent y el WTI, han caído por debajo de los 65 dólares por barril, marcando una tendencia a la baja en el mercado energético global.

Sin embargo, en el país, los precios de los combustibles siguen estables, Gasolina regular: RD$272.50, la Gasolina Premium a 290.10, Gasoil regular: RD$221.60 y GLP: RD$132.60

Estos valores se han mantenido inamovibles durante meses, gracias a la política gubernamental de congelamiento con subsidios. Pero esa estabilidad, más que un alivio, se ha convertido en una camisa de fuerza para el consumidor, quien no ve reflejada en la bomba la baja del petróleo.

Industria y Comercio

Desde el Ministerio de Industria y Comercio, se informa cada semana que el gobierno “asume las alzas del mercado internacional”, destinando cientos de millones de pesos en subsidios para evitar aumentos.

Lo que no se dice con claridad es que esa misma política también impide que los precios bajen. El gobierno prefiere mantenerlos congelados, incluso cuando el crudo baja, para no perder espacio fiscal.

Esta estrategia, aunque evita estallidos sociales por subidas repentinas, crea una paradoja: cuando el petróleo sube, no sube el precio; cuando baja, tampoco baja. El consumidor siempre paga lo mismo.

El pueblo el gran perdedor

El gran perdedor es el pueblo dominicano. Aun con el petróleo barato, sigue pagando gasolina a precios de cuando el barril estaba en USD 90. Y aunque el Estado “subsidia”, los recursos salen del mismo bolsillo de los ciudadanos: vía impuestos, deuda o sacrificio en otras áreas.

Además, los márgenes de comercialización, los costos de transporte y los impuestos fijos de la Ley 112-00 siguen intactos. Mientras tanto, los importadores y distribuidores de combustibles no enfrentan pérdidas: venden con precios estables, pero compran más barato en el mercado internacional.

La situación plantea la necesidad de una reforma estructural del sistema de fijación de precios de los combustibles, que permita una mayor transparencia y una respuesta más justa ante las variaciones del petróleo. No se trata de eliminar subsidios de forma abrupta, pero sí de garantizar que las bajas internacionales se reflejen en el mercado interno.

Un país que aspira a ser competitivo y justo no puede tener combustibles con precios que ignoran por completo la realidad del mercado mundial.

Mientras otros países del Caribe han visto reflejarse las bajas del petróleo en sus estaciones de servicio, en República Dominicana se mantiene una distorsión entre el mercado internacional y los precios internos, con el ciudadano común como principal perjudicado.

No se puede seguir justificando una estabilidad que se siente como abuso. Es hora de que el discurso de protección al pueblo se convierta en acción visible, empezando por algo tan básico como pagar menos cuando el mundo paga menos.

Por Luis Ramón López

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