No seamos parte del miedo

La única forma de combatir el miedo es enfrentarlo, no importa quién lo represente. “Ese miedo que siempre nos miente y nunca abraza a los que piensan”. No permitas, por más humilde que sea tu origen, que nadie niegue los sueños que tienes, por más imposible que parezcan, serán estos los que, en un determinado momento, te ayudarán a sobrevivir y llegar a donde quieras.

No hay que temer ni tener miedo de aquel que pretende, con su poder, amedrentarnos. En su interior está más aterrado de que no le temamos. No temamos vivir o morir, ni siquiera a Dios, ese Dios que Jesús nos enseñó, es un dios de amor, perdón y misericordia.

Hay que librarse del temor de tener miedo, ese que nos hace callar lo que sentimos, que impide que nos miremos a los ojos. En estos tiempos difíciles hay que hacer lo imposible para mantenerse siendo uno mismo.

Ese miedo en el que nos inician desde que nacemos hasta que morimos. El mismo con el cubren las mentiras de las guerras. Miedo al sonreír o llorar, de perder lo que tenemos o de encontrar aquello perdido, a conveniencia de los que matan Y roban impunemente.

Enfrentar el miedo que nos hace negar lo que somos, el mismo que promueve ignorancia y nos lleva a los vicios y los juegos. No permitamos que el miedo se imponga en nuestros corazones, en nuestras familias, en la sociedad.  Procuremos ser luz donde haya oscuridad.

No temamos a “ese poder que nada da, que sólo quita y deshace lo que está contra el poder”. No admitamos a quien pretenda imponer el miedo. Aquí hay muchas personas que dan lo mejor de sí, luego se van sin pedir nada a cambio, en muchas ocasiones, son héroes anónimos, al menos a eso debemos aspirar.

 Hay que vivir y dejar vivir, amar sin temor a no ser amado. No entreguemos nuestra alma, nuestro amor, nuestra libertad a cambio de cosas o dinero, porque al final, puede que logremos esas cosas materiales sólo para complacer a los demás, pero nuestra vida se encontrará vacía, a veces hasta de la compañía de esa persona, con la cual dar sentido al fin de nuestros días aquí en la tierra.

 Deja que los demás te aprecien por lo que eres y como eres, por lo que vales y brilla dentro de ti.

Llama a las cosas por su nombre, la humanidad tiene por delante muchas lecciones que aprender. Las personas en todo el planeta necesitan cambiar y transformar muchas realidades, para que el hombre llegue a ser lo que está llamado a ser, un ser humano libre de miedos y opresiones.

 Un primer paso debe empezar con ser cada día mejores, consigo mismo y con los demás, ser auténticos, éticos, transparentes, pensar en los demás. Comprometernos a contribuir con un mundo mejor, sin miedos, con más conciencia, con valores, con más amor.

Por Ebert Gómez Guillermo

Comparte esta noticia en tus redes sociales: