Fe, religión e indiferencia

La fe existe desde siempre, los dioses han sido creados, mi fe es la proclamada por Jesús, mi fe es en ese Dios vivo, mi religión ninguna. La realidad de lo que he vivido me ha hecho creer, la biblia en cambio me ha hecho dudar, por fortuna mi fe la tengo antes de conocer la biblia, mi realidad adversa me hace aferrar a Dios.

Nunca fui adoctrinado por ninguna religión, mi fe no proviene de lo que nadie me ha enseñado sino de lo que mis ojos han visto, mi alma ha sentido y mi vida ha vivido. Dios no ve religiones, él mira en tu interior y en tu actuación, sincera o no.

No tengo nada en contra de las religiones, a pesar de lo que, algunas hicieron en el pasado y hacen en el presente. Por ello no debemos guardar rencor ni poner en duda la existencia de un Dios omnipotente, omnipresente e infinitivamente misericordioso. Me identifico con la labor social que algunas iglesias desempeñan en la actualidad, como la católica.

A propósito de la iglesia católica, el Papa Francisco en su encíclica «Fratelli tutti», dice: “el hecho de creer en Dios y de adorarlo no garantiza vivir como a Dios le agrada.”

“Una persona de fe puede no ser fiel a todo lo que esa misma fe le reclama, y sin embargo puede sentirse cerca de Dios y creerse con más dignidad que los demás. Pero hay maneras de vivir la fe que facilitan la apertura del corazón a los hermanos, y esa será la garantía de una auténtica apertura a Dios”.

Habla de amor al prójimo, de la parábola dicha por Jesús hace dos mil años, del “buen Samaritano” y su ejemplo, del maestro de la ley que quiso ponerlo a prueba. De muchos que predican, pero no practican.

Y Agrega “La paradoja es que a veces, quienes dicen no creer, pueden vivir la voluntad de Dios mejor que los creyentes”.  Nos conmina hacer sincera nuestras intenciones y convertirlas en acciones positivas para sí mismo y los demás, sobre todo para aquellos más próximos, como la familia, amigos, vecinos y demás.

“Dios cuestiona todo tipo de determinismo o fatalismo que pretenda justificar la indiferencia como única respuesta posible”.  La indiferencia en tiempos tan difíciles como los que vivimos resulta irresponsable e inaceptable.

“Hemos sido hechos para la plenitud que sólo se alcanza en el amor. No es una opción posible vivir indiferentes ante el dolor, no podemos dejar que nadie quede “a un costado de la vida”. Esto nos debe indignar, hasta hacernos bajar de nuestra serenidad para alterarnos por el sufrimiento humano. Eso es dignidad”. Termina la cita.

Por Ebert Gómez Guillermo

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