Cuando el cáncer cuesta más que la vida

El cáncer en la República Dominicana no es solo tan solo un simple diagnóstico médico, para muchos, es el preludio de una condena económica, mientras que para otros constituye una sentencia de muerte. Detrás de cada paciente hay una historia de lucha desigual contra un enemigo invisible, no solo en lo biológico, sino en lo financiero.

Las organizaciones que acompañan a estos pacientes llevan años denunciando una verdad incómoda: los medicamentos oncológicos de última generación, que ofrecen más esperanza de vida y calidad a quienes enfrentan esta enfermedad, resultan inalcanzables para la mayoría.

Se habla de tratamientos que superan los cientos de miles de pesos mensuales, cifras impensables para una familia promedio, ni qué decir para los sectores de escasos recursos.

El gobierno, por su parte, ha reiterado compromisos con la cobertura y la inclusión de nuevos fármacos en el catálogo del sistema de salud. Sin embargo, los tediosos trámites burocráticos y los limitados presupuestos hacen que la realidad se mueva a un ritmo mucho más lento que el dolor de los pacientes.

Mientras tanto, quienes padecen la enfermedad deben enfrentarse a la cruel paradoja: vivir con lo básico o intentar costear un tratamiento que les prolongue la vida.

En los barrios más humildes, la escena se repite con frecuencia: familias que organizan rifas, colectas, ventas improvisadas, todo para reunir fondos con los que comprar apenas una parte de los medicamentos.

El cáncer, que ya destruye cuerpos y esperanzas, se convierte también en un verdugo financiero que consume los ahorros, la dignidad y, en muchos casos, la posibilidad de un tratamiento oportuno.

Los testimonios recogidos por asociaciones civiles son claros: hay pacientes que interrumpen su quimioterapia por falta de dinero; otros que deben escoger entre comprar sus medicinas o pagar el transporte hasta el hospital.

Lo que debería ser un derecho, como lo es el acceso a la salud, se convierte en un privilegio, reservado para quienes tienen seguros más efectivos o bolsillos capaces de soportar la embestida de los precios.

La lucha contra el cáncer no puede reducirse a discursos oficiales ni a campañas simbólicas en días conmemorativos. Se requiere una política pública firme, que garantice acceso real y equitativo a los medicamentos de alto costo, con criterios de justicia social y urgente sentido humanitario.

Porque, en la República Dominicana, hoy, demasiados pacientes enfrentan un doble diagnóstico: el del cáncer y el de la pobreza. Y mientras no resolvamos ambos, seguiremos condenando a los más vulnerables a perder no solo la salud, sino también la esperanza.

Por Daniel Rodríguez González

Comparte esta noticia en tus redes sociales: