A pesar de tanto humo, confusión y manipulación, a pesar de tanta entretención, de que les hagan creer que el dinero es dios y que la indecencia es sólo una moda al igual que el mal gusto y los bajos instinto, aún no todo está perdido a pesar de tantos abusos y atropellos, de todo tipo de humillación y violación a sus derechos y aún a su dignidad, sobre todo si eres mujer y a propósito de las tres causales.
Hay que creer y seguir apostando que no todo está perdido, si bien es cierto que una gran mayoría están solo pendiente a lo que pasa en las redes y sus inmundicias también existen otros más maduros, pendientes a los que nos desgobiernan, recordándoles que somos quisqueyanos valientes e indómitos, como nos enseñaron Duarte, Sánchez y Luperón.
Apuesto a esa juventud que no se deja confundir con picos de oro y a pesar de los errores cometidos, sabrán discernir y elegir aquellas personas con entereza, comprometidas con el bienestar del país, con la multiplicación de los bienes públicos, con la inclusión y el bienestar de las generaciones venideras.
Creo en esa juventud presente y comprometida, no en esa que nos quieren vender intoxicada de agresividad, de vicios, de consumismo. Ellos los más jóvenes, sabrán construir los sueños para sembrar las simientes de donde nazcan la verdad y la razón para las futuras generaciones que vendrán, no serán esclavos para ejecutar tareas, más bien construirán comunidades solidarias y unidas para la cooperación y la toma de decisiones.
En el umbral del abismo, son los jóvenes la única esperanza para esta humanidad. Están llamados a enmendar “el error”, salvar el planeta, ponerles fin a las guerras, al hambre, a las enfermedades y desigualdades provocadas por las generaciones pasadas, las condiciones están dadas, sólo tienen que darse por enterados.
En la antesala de la era robótica, tienen ante sí y en sus manos la decisión de ser maquinas programadas para hacer única y exclusivamente lo que el programa o sistema determinen, o despertar para llamar a tiempo a tomar responsabilidades con el drama de las generaciones por venir, esa es la aspiración…
El mundo que tendremos será el que seamos capaces de construir, significa que es la juventud el motor responsable para lograr que la gran mayoría alcance el bienestar que niegan quienes dirigen en estos momentos, alejados de quienes dejaron de pensar en sí y sacrificaron sus bienes materiales y hasta sus vidas para lograr lo que sólo unos pocos explotan…
Nunca menosprecien el esfuerzo de nuestros fundadores ni sus valores, Dios, Patria y Libertad. No alberguen odio ni rencor, pero no olviden que “cuando la dignidad, la honestidad, la integridad y otros valores como la bondad o la moral parecen absurdos y son cubiertos de agravios y se hacen ver como ridículos, indica entonces que la decadencia de esa sociedad ha llegado a sus extremos”.
Por Ebert Gómez Guillermo