Mientras las familias brindan y disfrutan de banquetes, cada Navidad y Año Nuevo los servicios de emergencias registran un aumento significativo de consultas por eventos cardiovasculares, muchos de ellos potencialmente graves.
El repunte incluye infartos de miocardio, accidentes cerebrovasculares y, de forma destacada, arritmias cardíacas.
Ya en 1978, el cardiólogo Philip Ettinger observó este patrón repetido tras los periodos festivos y acuñó el término “síndrome del corazón festivo” (Holiday Heart Syndrome).
Desde entonces, el concepto funciona como una advertencia clínica que reaparece cada fin de año. Se define como la aparición de arritmias, principalmente fibrilación auricular asociadas a un consumo de alcohol inusualmente elevado y concentrado en un corto periodo de tiempo.
Expertos de instituciones como la American Heart Association (AHA), Cleveland Clinic y la Fundación Española del Corazón (FEC) coinciden: en este contexto, el alcohol es el principal detonante de esta arritmia.
El consumo excesivo actúa como un tóxico que interfiere con el sistema eléctrico del corazón. Además del efecto tóxico directo sobre las células cardíacas, se han propuesto otros mecanismos:
Liberación de catecolaminas: El alcohol provoca la liberación de hormonas del estrés (adrenalina y noradrenalina), que aceleran el pulso.
Alteración eléctrica: El etanol y su metabolito, el acetaldehído, desorganizan la actividad eléctrica de las aurículas, generando un origen y propagación caótica de los impulsos normales.
Desequilibrio electrolítico: La intoxicación y la deshidratación (o vómitos) pueden desequilibrar electrolitos cruciales como el potasio y el magnesio, claves para la estabilidad del ritmo cardíaco.
Estudios citados confirman la preocupación: en personas con historial arrítmico, consumir más de dos tragos en cuatro horas puede multiplicar por tres y media la probabilidad de un episodio de fibrilación auricular.
Esto no es exclusivo de pacientes con antecedentes, ni tampoco de personas mayores de 65 años, en quienes la FA es más frecuente. Se estima que hasta el 63 % de los casos nuevos de FA en pacientes menores de 65 años podrían estar vinculados al consumo de alcohol.
Demasiados ingredientes en el cóctel
Aunque el alcohol es el principal desencadenante, el entorno festivo crea una mezcla de elementos dañinos para el corazón:
Comilonas y exceso de sal: Las comidas copiosas y ricas en grasas y sal sobrecargan el corazón, llegando a cuadruplicar transitoriamente el riesgo de infarto en las horas posteriores a una ingesta muy abundante.
Estrés y falta de sueño: Los compromisos sociales, los viajes y la alteración de la rutina del descanso aumentan el estrés físico y emocional.
Frío y omisión de medicación: El frío invernal y el descuido en la toma de medicamentos habituales por estar “de fiesta” son riesgos adicionales que pueden descompensar la presión arterial.
Síntomas de alerta y prevención
El síndrome del corazón festivo suele manifestarse con la aparición de síntomas entre 12 y 48 horas después de atracones e ingesta abundante de alcohol. Los signos más comunes que obligan a buscar atención médica son:
- Palpitaciones o taquicardia.
- Pulso irregular.
- Dolor de pecho o disnea (falta de aire).
- Mareos, aturdimiento y desmayos.
Afortunadamente, en la mayoría de los casos vinculados al consumo excesivo, el ritmo cardíaco suele normalizarse al suspender el alcohol. En otros, puede ser necesario recurrir a tratamiento farmacológico o incluso a intervenciones médicas. En cualquier escenario, la prevención sigue siendo la mejor estrategia.
Recomendaciones cardiosaludables para las fiestas:
1. Moderación con el alcohol: Evitar los atracones. Se sugiere un máximo de dos tragos diarios para hombres y uno para mujeres. Si existen factores de riesgo cardíaco, lo ideal es la abstinencia total.
2. No mezclar: Evitar la combinación de alcohol con bebidas energéticas o cafeína en exceso.
3. Dieta consciente: Moderar las porciones en las comidas copiosas, evitar el exceso de sal y preferir preparaciones más ligeras.
4. Hidratación y sueño: Beber suficiente agua (alternando con el alcohol) y priorizar el descanso.
5. Rutina y medicación: Mantener actividad física ligera y no suspender los medicamentos habituales.
Recuerde: ante cualquier palpitación o síntoma cardíaco anómalo tras las celebraciones, la consulta médica oportuna es fundamental.
Por Eliomar Garcia Bello, cardiólogo de CEDIMAT