Personas que atraen a los demás

Tengo muchos recuerdos gratos de mi infancia, por ejemplo, cuando era una niña, durante las horas en las cuales no estaba en la escuela, permanecía bajo el cuidado de una tía de mi madre, llamada Matilde, quien además, vigilaba otros dos primos, más pequeños que yo.

Realmente, no éramos tan tremendos, pues, los que me leen, y más o menos tienen mi edad, saben que, en esa época, las buenas costumbres, eran aprendidas a puros “vejigazos,” y que el mejor psicólogo, era un chancletazo.

La que tenía más problemas, con la que hoy, de manera muy fina, se llamaría “nana,” era yo, pues, generalmente, tenía detrás de mí una serie de amiguitos y amiguitas, más o menos de mi edad, que siempre me buscaban, yo era una especie de líder, a la cual todos querían imitar.

Esto llenaba de coraje a la tía, los echaba a todos, decía que a mi había que “meterme en cintura,” que yo era una niña, muy “corsiera.”

Les juro que he buscado en papá Google y en otras tantas fuentes y no he encontrado el significado de esa expresión, aunque, con el paso de los años, he llegado a entender lo que ella quería significar, pues, en esa etapa de mi vida, yo no tenía la capacidad de saber con quién era conveniente o no que me juntara.

Ahora, con todos los años del mundo encima, si miro hacia atrás, la situación es similar, pues, es increíble la cantidad de personas que andan detrás de mí, Parecería que tengo como una especie de imán. Afortunadamente, gracias a la educación recibida y a los estudios realizados, tengo la suficiente capacidad de ser agradable con todos, pero, con plena conciencia de saber distinguir cómo tratar a cada quien. Realmente, la difunta tía tenía razón. ¡Soy corsiera!

Por Epifania de la Cruz (epifaniadelacruz@ gmail.com / www.renacerparatodos.net)

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