Fuera de toda inclinación o creencia religiosa, para muchos entendidos en la materia, cito aquí al uruguayo Pepe Mujica y al dominicano Cruz Jiminián, estos afirman que el infierno y el paraíso cohabitan en este lugar, que algunos creativos denominan planeta azul o simplemente planeta Tierra.
El humano, el hombre, el homosapiens colocado en la cima de la pirámide del reino animal, pretensioso tantas veces que no admite que, al igual que el perro, la gallina o el mono están sujeto a las mismas reglas y limitaciones que rigen y limitan la existencia de todos los demás miembros del reino que habitan en este lugar.
Existe la duda para el hombre y la mujer de hoy, sobre todo para los que no pertenecen a ninguna religión, de si hay, después de la muerte la prolongación del alma, los que muchos llaman el cielo o la gloria. Reitero que, para los creyentes o religioso, este asunto no está en discusión.
Mi amigo Fede asegura que todo termina y finaliza al morir, como el perro, el pollo, el cerdo o la vaca, que de ahí no pasamos. Y vuelve la duda, porqué debería ser diferente con el animal hombre o mujer, otros animales en el reino tienen cerebro y sentimientos también, la diferencia es que no han podido plasmar sus sueños y aspiraciones.
Quizá, si no fuéramos tan pretensiosos, “nos creemos todo poderosos y olvidamos que estamos todos en la misma barca”. “Nos hemos alimentado con sueños de esplendor y grandeza y hemos terminado comiendo distracción, encierro y soledad”.
Saben bien su significado quienes han padecido guerras y pandemias, no hemos sido capaces de aprender de nuestros errores y horrores, para muestra Israel y Palestina. En fin, tanto para el creyente como para el que no, tenemos todavía mucho que aprender, por ejemplo, de las hormigas y abejas.
De los mamíferos parecidos a nuestra especie, somos los únicos que atenta, de manera consciente, premeditada y con alevosía en contra de la existencia de sus semejantes. Ni los animales más primitivos de especie alguna muestran tanto desprecio por la vida.
Nuestra civilización, nuestra especie humana, en la cima del reino animal, no supera todavía la etapa de depredación o comensalismo practicado por otras especies “inferiores”.
Supuestamente, “avanzamos” en una dicotomía sin sentido con la pretensión de garantizar paz y estabilidad en base a una falsa seguridad sustentada por una mentalidad de miedo y desconfianza. “
“Que diferente sería si, al crecimiento de las innovaciones científicas y tecnológicas, correspondiera también una equidad y una inclusión social cada vez mayor.” Es grande el camino que falta y mucho lo por corregir, para pronunciar el nosotros, para completar la unidad, habrá que contar con el otro las luces y la oscuridad”.
Por ahora, aún falta mucho por llover para que entendamos algo tan simple, todavía tenemos un largo camino por seguir. Quizá fue por eso que Dios echó a Adán del edén, por confundir lo está bien con lo que le convino, quizá fue por eso que, nos dejó el infierno y se llevó el paraíso.
Por Ebert Gómez Guillermo