A través de un noticiero local, me enteré de la tragedia ocurrida en el Residencial Naco, donde un joven con evidentes problemas mentales, asesinó a cuchilladas a una señora e hirió a otras cinco personas, entre ellas a su padre. Debido a mi condición de psicóloga, no pensé ni por un momento en un asesino, entendí su trastorno y una gran pena se apoderó de mí.
El autor de estos hechos, según se ha dicho, padece esquizofrenia. Investigando un poco al respecto, encontré que el término, acuñado por el psiquiatra suizo Eugen Bleuler, significa “mente dividida.” Esta enfermedad es muy compleja, y dentro de los factores que la generan están la genética, la neuroquímica del cerebro y los factores ambientales, por ejemplo: el stress y el consumo de drogas.
Esta enfermedad no tiene cura y la persona que la padece puede ser sumamente peligrosa, debido a la gran variedad de síntomas que acompañan a la misma, tales como alucinaciones, escuchar voces, delirios, problemas para concentrarse, dificultades para expresar emociones, mantener relaciones interpersonales y aislamiento social.
Las investigaciones afirman que existen tratamientos efectivos para la misma, tales como la terapia y la medicación adecuada, las cuales pueden ayudar a controlar los síntomas y mejorar la calidad de vida.
Con relación al tema hay muchas cosas que se desconocen, por ejemplo: con quién vivía, si tenía pareja, si llevaba los tratamientos adecuados, etc.
El joven, por su condición, no puede ser encarcelado, debe ser recluido en un centro especial para enfermos mentales.
Mi preocupación con el desenlace de esta triste situación, disminuyó cuando supe que, en nuestro país, los enfermos mentales pueden ser atendidos en unidades de salud mental, dentro de los hospitales públicos, y que las opciones incluyen unidades de intervención en crisis.
Dentro de estos hospitales están los siguientes: Salvador B. Gautier; Ignacio Jacinto Mañon; Dr. Darío Contreras, Moscoso Puello, entre otros. Ignoro, sin embargo, si estos centros funcionan acorde a las exigencias que requieren estos casos.
Ojalá que este joven reciba los tratamientos requeridos. No es un asesino.
¡Qué hecho tan doloroso, y qué difícil es entenderlo!
Por Epifania de la Cruz (epifaniadelacruz@ gmail.com / www.renacerparatodos.net)