Su historia ha provocado miles de reacciones en redes sociales. Muchos lo aplauden por su valentía y testimonio de fe. Otros, en cambio, lo critican o cuestionan. Rafael Panarello, coronado Miss Trans Universo en 2019, dejó atrás los reflectores de los certámenes de belleza para abrazar un camino distinto, uno que le devolvió la paz interior: el camino de la fe en Cristo.
Conocido durante años en el mundo del espectáculo y en la comunidad trans como Raika, este joven brasileño recorre hoy iglesias predicando sobre el poder transformador del Evangelio, y comparte su testimonio de cómo la fe en Jesús lo ayudó a dejar atrás su identidad como mujer trans.
“Soy extravesti. Jesús me libertó de las mentiras del enemigo. Hoy soy hombre. Jesús escribió una nueva historia en mi vida”, declara en un video que rápidamente se volvió viral.
Panarello relata que, a pesar de que su rostro figuraba en portadas de revistas y desfilaba en escenarios internacionales, en su interior se libraba una batalla silenciosa. Era una lucha íntima que lo llevó hasta el quirófano en Tailandia, donde estuvo a punto de someterse a una cirugía de reasignación de género.
Fue allí, en el umbral de una decisión irreversible, donde vivió un encuentro sobrenatural. “Escuché una voz que me dijo: ‘Yo te hice hombre’”. Aquel instante fue, asegura, el punto de quiebre que lo condujo por un camino de regreso, no solo hacia su biología, sino hacia su propósito.
Lo que para muchos fue una sorpresa, para Panarello fue una respuesta divina. El proceso no fue inmediato ni sencillo. Fue un camino de introspección, de búsqueda, de confrontación con heridas del pasado. Así inició lo que él define como un proceso de destransición, acompañado de un profundo redescubrimiento espiritual que le devolvió la vida y la esperanza.
“Viví muchos años en conflicto. Hoy estoy en paz conmigo mismo”, expresa con convicción. Aclara que no se trata de una imposición religiosa ni de presión externa, sino de una experiencia íntima con el amor de Dios, que lo llamó, lo confrontó y lo restauró.
“Mi mensaje no es para obligar a nadie. No quiero imponer, solo quiero contar lo que viví. Hoy soy libre, y esa libertad vino de Jesús”, afirma con firmeza.
“No quiero convencer a nadie por la fuerza. Solo quiero decir que Jesús me dio una nueva vida. Lo que yo no podía cambiar con maquillaje ni cirugía, Él lo cambió desde dentro”, agrega.
Panarello no reniega ni se esconde de su pasado. Lo honra como parte del proceso que lo llevó a su verdadera identidad. Una identidad que, según él, no fue construida por un título, una corona o una apariencia, sino revelada por Dios.
Por Roberto Tiburcio