El gobierno encabezado por el presidente Luis Rodolfo Abinader Corona ha cerrado los ojos a luz del sol, no quiere ver lo que a pleno día esta haciendo la Minera con los campesinos, con el país, ha cerrado los ojos, la boca y los oídos para no escuchar el grito desesperado del pobre campesino que se queda sin el sustento que, la tierra donde nació le dio por tanto tiempo.
El presidente no quiere ver a los curas que han salido a dar la cara por esas comunidades que han quedado huérfanas de autoridad que las defienda, los ignora, quizá sienta vergüenza o culpa por no hacer nada, pero no parece.,
Lo que si parece es que el presente gobierno se ha confabulado con las ambiciones de la minera Barrick Gold sin importar cuanto daño pueda hacer a la flora y fauna de la República fundada por Duarte y manchada con la sangre de las Mariposas.
Su contubernio se hace evidente y bochornoso cuando utiliza la fuerza de las armas para, en lugar de defender la dignidad del campesino, su legitimo y soberano derecho, lo utiliza para amedrentar, agredir e incluso matar si fuese preciso, cualquier vida, cualquier voz que se levante en contra de esta afrenta a la patria.
Tal pareciera, señor presidente, lo que el pueblo percibe, está viendo y sintiendo es que, en esta media isla llamada República Dominicana, no gobierna un presidente elegido por su gente, sino la Barrick.
Su deber y compromiso tiene que ser con su país, con su gente, tiene que ser con la Constitución Dominicana que Usted juró obedecer y defender, nunca para usar la fuerza de las armas para ofender y maltratar a un pueblo pobre e indefenso, que lo único que está pidiendo y exigiendo es su legítimo derecho a sobrevivir en el pedazo de tierra que los vio nacer a ellos y a sus antepasados.
Un Estado “soberano” como el dominicano, por lo menos debería guardar las apariencias, aún seamos el patio trasero del imperio norteamericano, aún así, señor presidente Usted no puede, no debe, hacerse el desentendido ante tantos abusos y atropellos.
De continuar Usted y su gobierno haciéndose los ciegos, sordos y mudos ante tantos abusos, robos y atropellos de la minera Barrick en territorio dominicano, le puedo asegurar que el costo político e histórico le resultará muy caro. Por lo menos trate de que la dignidad de los ciudadanos más honestos y trabajadores de nuestro país, los campesinos, sea respetada. ¡Por Dios paren ya ese crimen!
Por Ebert Gómez Guillermo