Los pilotillos del tiempo: testigos del paso del Ferrocarril Central Dominicano por Moca

Moca, Espaillat.-Enclavados silenciosamente en el sector de Juan Lopito, en el municipio de Moca, aún permanecen intactos los pilotillos antiguas bases de piedra y concreto por donde cruzaba, a finales del siglo XIX, el imponente Ferrocarril Central Dominicano.

Estas estructuras, casi ocultas entre el verdor del entorno, guardan la memoria viva de una de las obras de infraestructura más trascendentales para el desarrollo económico y social de la región del Cibao.

Inaugurado en 1897, el Ferrocarril Central conectaba los puertos del sur y norte del país, específicamente desde Sánchez, en la provincia Samaná, hasta Puerto Plata, atravesando pueblos clave como San Francisco de Macorís y Moca.

En esa época, este medio de transporte significó un hito en la movilidad de mercancías, productos agrícolas, correo postal y pasajeros, convirtiéndose en un verdadero eje articulador del progreso regional.

Los pilotillos que aún se conservan en Juan Lopito no son meros vestigios: son piezas fundamentales de una historia que marcó un antes y un después en la manera de producir, comerciar y vivir en el Cibao. Las locomotoras de vapor que cruzaban este tramo cargaban sacos de café, cacao, tabaco y arroz, además de cientos de pasajeros que conectaban con ciudades y comunidades que, hasta entonces, permanecían aisladas o de difícil acceso.

Para muchos residentes de Moca, el tren era símbolo de modernidad y de contacto con el resto del país. Familias enteras acudían a las estaciones no solo para viajar, sino para enviar y recibir mercancías o correspondencia, en una época donde la comunicación aún era un lujo reservado para pocos.

El presidente Ramón Cáceres, el 1 de octubre del año 1909, inaugura el ferrocarril Moca-Santiago, el cual recorrerá una de las zonas más productivas de la región del Cibao. En realidad, se trató de una ampliación del ferrocarril Sánchez-La Vega, el cual funcionaba desde los años de Lilís (1887).

El escritor e historiador mocano doctor Julio Jaime Julia, en sus Notas para la Historia de Moca, en 1985, al cumplirse el primer centenario de la provincia Espaillat, escribió: “Algunas décadas más tarde la tiranía despojo a Moca, de su ferrocarril y se perdió para siempre ese enorme esfuerzo encarnado en una ingente realidad que sintetizó uno de los ideales más queridos y acariciados del alma mocana en el pasado”.

En el año de 1906, siendo presidente Ramón Cáceres, se firmó el contrato de la extensión del Ferrocarril Central Dominicano hasta Moca y que culminó Horacio Vásquez, quien lo puso en funcionamiento el 24 de octubre de 1909.

Unas huellas que resisten el tiempo

Hoy, más de un siglo después, esos pilotillos silenciosos siguen de pie, como una especie de puente entre el pasado y el presente. Aunque muchas de las vías férreas han desaparecido, la memoria colectiva de quienes vivieron o heredaron esas historias mantiene viva la importancia del tren en la vida cotidiana de la región.

Historiadores y líderes comunitarios han sugerido que estos restos ferroviarios merecen ser preservados como patrimonio cultural, tanto por su valor arquitectónico como por su profunda carga histórica. Incluso se ha propuesto desarrollar rutas turísticas o museos al aire libre que narren la historia del ferrocarril, su impacto en la región y la forma en que transformó la economía agrícola del país.

Un legado por descubrir

En una era dominada por la velocidad digital y la inmediatez, los pilotillos de Juan Lopito invitan a la reflexión sobre el valor del tiempo, el progreso y la memoria. Representan un legado que no solo debe ser preservado, sino también contado y compartido con las nuevas generaciones.

Tal vez no haya ya locomotoras cruzando Moca, pero sus huellas aún nos cuentan que alguna vez, el tren fue el corazón palpitante del progreso dominicano.

El simbolismo de aquella época gloriosa sigue vivo y visible: una antigua locomotora del siglo pasado, ubicada en el mismo sector de Juan Lopito, da la bienvenida a quienes entran a Moca, imponente, orgullosa y silente, como el tiempo que no borra la historia. Esa estructura metálica no solo evoca el pasado, sino que honra a una comunidad que una vez fue testigo del rugido de los trenes y del avance del país sobre rieles.

Tal vez no haya ya locomotoras cruzando Moca, pero sus huellas aún nos cuentan que alguna vez, el tren fue el corazón palpitante del progreso dominicano, y que su eco resuena aún entre las piedras, los pilotillos y la memoria viva de los pueblos del Cibao.

Invitamos a todos a vivir esos recuerdos haciendo turismo en Moca, para conocer esta y muchas otras bondades de este glorioso municipio de la provincia Espaillat, donde la historia, la cultura y la hospitalidad siguen viajando de generación en generación.

Una locomotora antigua aún da la bienvenida a este glorioso municipio, recordándonos una época en la que el tren fue símbolo de desarrollo, comercio y unión entre pueblos.

Ven a vivir la historia, caminar entre sus huellas y descubrir las maravillas de Moca, corazón de la provincia Espaillat.

Por Luis Ramón López

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