Las circunstancias me obligan a hacer cambios

Este año que recién finaliza, a nivel personal, ha sido muy difícil para mí, pero, como decía mi madre: “haciendo de tripas corazón”, he logrado sortear todas las dificultades.

He sido la primera en sorprenderse, pues he conseguido la fortaleza necesaria para salir ilesa y seguir de pie, contra viento y marea.

Los momentos duros tienen muchas virtudes, pues nos ayudan a identificar a las personas con las cuales podemos contar, tanto en las buenas como en las malas.

Siempre, cuando se avecina un nuevo año, nos trazamos metas, en mi caso personal, tengo un listado mental de cambios a realizar para lograr  encontrar la paz, tales como borrar de mi vida las siguientes personas:

-Las teatrales

Según mi juicio, son personas sumamente tóxicas y negativas, su vida es una eterna tragedia, solo saben hablar de las cosas malas que les suceden, pasando por alto las bendiciones recibidas. Es muy difícil compartir con ellas sin involucrarse en sus dramas.

-Las negativas

Todo en ellas, es un transcurrir de situaciones oscuras, todo lo que planean les sale mal, son incapaces de ver las cosas positivas que la vida les regala.

-Las conformistas

Son felices con lo poco que tienen y no mueven un solo dedo para luchar y salir de su “zona de confort.”

-Las engreídas

Se consideran la última “Coca cola” en el desierto. Sintiéndose superiores a los demás, y creen, de manera muy equivocada, que todo el mundo debe rendirse a sus pies.

-Los mala paga

Hacen todas las promesas del mundo cuando necesitan que alguien, a quien han elegido como su víctima, les preste dinero para salir de una muy difícil situación, que, en ocasiones, puede ser inventada y tan pronto logran su objetivo, se olvidan de pagar lo adeudado. Y lo que es peor, se comportan como si nada hubiese ocurrido.

-Los lambones

Son capaces de lamer la tierra que alguien ha pisado, con tal de conseguir algo que desean. No les importa hacer el ridículo.

La lista es extensa, pero pienso seguir escribiendo sobre el tema, no quiero dejar fuera a las personas mal agradecidas, pues, tal como dice el refranero popular, “son como los gatos: cierran los ojos cuando les dan de comer para no ver quien les quitó el hambre”, y de este modo, no tienen que agradecer a nadie.

Continuará…

Por Epifania de la Cruz (epifaniadelacruz@ gmail.com / www.renacerparatodos.net)

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