Los demás, siempre son los demás

Es una sana medida respetar las preferencias de los demás. Debería ser así, pero tendemos a meternos en lo que no nos importa; a juzgar y a pensar que sólo tiene importancia lo que a nosotros nos gusta.

Para mí, hay cosas que son sagradas: los gustos, las creencias religiosas y políticas, y, sobre todo, la preferencia sexual.

No hay ninguna razón para tildar de anticuada a una persona amiga, por el simple hecho de escuchar música vieja. Para ella, eso es tan importante como lo es para nosotros, escuchar la música que preferimos.

La igualdad entre los seres humanos no se aplica a las preferencias, ninguna ley dice que todos debemos oír la misma música, ver las mismas películas, etc., por eso somos únicos e irrepetibles.

De manera personal, me cuesta mucho no dar un boche cuando alguien cuestiona los artistas, la música, el cine y los esfuerzos que hago para asistir a una determinada actividad. No sé en qué afecta a quien no lo financia.

Los gustos tampoco tienen que ver con la edad, se puede ser viejo y tener un repertorio de artistas jóvenes que nos gusten, cuando digo que Mozart La Para y Vakeró son buenos, a veces observo miradas de burla. Es posible que quien así actúe, no tenga la capacidad para entender que puede haber calidad sin importar el género musical.

El colmo fue que una persona a quien aprecio mucho, me dijo que yo estaba muy vieja para que me gustara Chayanne… ¡Me causó mucha gracia porque lo de la edad es relativo… Él está muy joven para la “palangana” de espaguetis, carne con grasa y fritos con sal que se estaba comiendo, siendo diabético… Cuestión de gustos!!!

Por Epifania de la Cruz (epifaniadelacruz@ gmail.com / www.renacerparatodos.net)
*La autora es psicóloga clínica
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