Shakira y Piqué llegan a un acuerdo por la custodia de sus dos hijos

“En la vida, cuando te haces mayor, a veces querer es dejar marchar”. Cuando Gerard Piqué pronunció estas palabras en su despedida como futbolista profesional, muchos trataron de encajarlas en el adiós al FC Barcelona, el club de su vida.

No era así. En realidad, el nen de la Bonanova anunciaba que, tras cinco meses peleando, prefería claudicar y estaba dispuesto a enterrar el hacha de guerra por el bien de sus hijos. Del otro lado, Shakira se siente triunfadora.

Un rosario de incontables reuniones en las que el tono fue discutir e incluir nuevas cláusulas, sin ceder apenas un palmo de terreno y apretando las clavijas al hombre a quien dedicó tantas canciones, finalizó en la madrugada de este martes con la firma del convenio que regirá la vida de Milan y Sasha Piqué Mebarak.

Si bien la sensación general es que Shakira ha ganado la guerra, su victoria no es apabullante. En primer lugar, porque cuando se rompe una familia resulta incómodo medir los acuerdos firmados en tales términos y en segundo, porque en este caso concreto ha primado el bienestar de los dos menores.

Ramón Tamborero, director del despacho que ha llevado los intereses de Piqué en este pedregoso recorrido, recalca que tanto él como su cliente durmieron anoche con la conciencia en paz. Tanto por los términos finales del acuerdo –no el óptimo, pero sí asumible– como, sobre todo, porque han evitado un mal mayor: que Milan y Sasha sufriesen una separación aún más traumática viendo a sus padres en un juzgado.

“Se ha hecho un sacrificio muy importante: Gerard finalmente ha accedido a que sus hijos vivan en EEUU por su bienestar, razón primordial y que siempre estuvo en primer lugar. Una decisión judicial solo habría traído dolor. En realidad, aquí no ha ganado nadie salvo los niños”.

El convenio establece que en los tres períodos de vacaciones a lo largo del curso escolar, Acción de Gracias, Invierno o Navidad y marzo/abril (coincidiendo con Semana Santa), alrededor de diez días cada uno, Milan y Sasha estarán íntegramente con su padre. Asimismo, la custodia será también para él, diez días de cada mes y las vacaciones de verano se repartirán en una proporción en torno al 70/30 % a favor de Piqué.

El catalán utilizará ese tiempo para que los niños continúen apegados a la extensa familia que dejan en Barcelona, dado que queda establecido que tanto puede viajar él a EEUU para estar allí con ellos como recogerlos y traérselos consigo.

Por último, si Piqué decidiese en un futuro –inmediato, a medio o a largo plazo, pues no se han fijado cláusulas temporales– establecerse en Miami, quedaría expedita la vía a la custodia plenamente compartida.

“Ha sido muy, muy complicado llegar hasta aquí. Como sabéis, hemos estado negociando, luchando, batallando durante cinco meses para elaborar un convenio de 20 páginas que ambas partes pudiesen firmar”, explica un exhausto Ramón Tamborero.

El convenio firmado anoche, tras doce horas de tensa negociación, se ha presentado hoy mismo en un juzgado de Barcelona y en los próximos días será ratificado por ambas partes. El juez firmará un documento que será validado en EE. UU., nuevo hogar de los pequeños, y será la justicia norteamericana la que deba entender de conflictos futuros en caso de que así fuera.

El convenio incluye un fleco de carácter económico: la ya famosa casa de Esplugues de Llobregat y que hasta primeros de junio –cuando la ruptura se hizo pública–, fue el domicilio familiar, será puesta a la venta en los próximos días.

En efecto, Shakira está haciendo ya las maletas para trasladarse a la soberbia mansión que posee en Miami y Gerard Piqué, al margen de ser propietario de un piso en la calle Muntaner de Barcelona, prefiere deshacerse de un lugar que hace mucho dejó de ser su casa.

Fuente: lavanguardia.com

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