El abismo que nos separa

En nuestro país, República Dominicana, conviven realidades y grupos sociales en extremos y condiciones abismalmente muy diferentes, en el centro están los jóvenes que pertenecen, mayoritariamente, a la clase media y pobre en esta media isla.

Para esas mayorías no funciona un sistema de justicia, no hay equidad, el Ministerio Público, sus autoridades, el Organismo Policial, los mecanismos de seguridad del Estado, el propio Presidente de la República, tienen conocimiento de todo lo turbio que pasa y sucede en el país y son parte por omisión, sumisión o complicidad.

Una media isla sometida a los designios de sectores e intereses externos en perjuicio de sus mayorías sumidas en la desinformación y la ignorancia de cómo es dirigida su economía y sus instituciones.

Una gran parte de esa juventud es distraída con toda la mala intención y manipulación, dirigida y apoyada por los medios de comunicación, radio, televisión y redes sociales, la otra parte es sometida a la ignominia y la pobreza.

Media isla, apenas 48 mil kilómetros cuadrados, rodeada de mar y cientos de ríos y gran parte de su población carece del servicio de agua potable en pleno siglo 21, inmensos recursos eólicos, hídricos y solar y una gran parte de sus zonas urbanas no tienen un suministro continuo de energía.

Recursos minerales, como nuestro oro que descansa en la Reserva Federal de los Estados Unidos, gobiernos que desdicen del interés nacional, sus funcionarios rodeados de lujos y gastos que no tienen ninguna relación con la realidad en que viven la mayoría de los ciudadanos de este país.

Datos recientes del pasado 2023 indican que, sólo el 1% de la población del país gana el 30% de los ingresos nacionales, este es un fenómeno que se repite en gran parte de Latinoamérica, pero es en República Dominicana donde se registra el índice más alto de desigualdad económica.

No hay redistribución ni equidad, una elite social vive en una burbuja de ensueño y derroche   mientras a las mayorías se le maltrata y denigra por su condición de ser pobre. El costo de alimentos de la canasta básica sube todos los días, pero los salarios siguen iguales.

Hay desigualdad de todo tipo, legal, política, de género, social, etc. Aquí en RD existen todas, nuestros gobiernos en lugar de servir de árbitros y defensores de los más humildes favorecen y fomentan esas desigualdades.

Existe un famoso “plan social” donde gastan, años tras años, cientos de miles de millones de pesos en raciones de alimentos que contribuyen hacer más vulnerable a la persona que recibe esta “ayuda”, en lugar de invertir esos recursos en educación, salud y servicios básicos como el agua potable o la energía eléctrica.

recientes evaluaciones aseguran que, en los últimos 3 años el índice de pobreza extrema ha aumentado hasta el 10%, lo que significa que más de un millón de dominicanos han caído en esta condición…

Por Ebert Gómez Guillermo

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